Trabajando de cuidadora en una clínica, tenía a mi cargo a una paciente que decidió nombrarme su heredera, es decir, me legó sus bienes. Esta circunstancia no fue bien acogida por parte de la fundación. En pocas palabras: había recibido algo de una enferma que esperaban recibir ciertas personas para su fundación. Era práctica habitual en este centro en cuestión, la apropiación de los bienes de los ancianos. Para ello, en el momento en que lograban que el paciente firmara los documentos necesarios para lograr su propósito, certificaban su demencia. De esta forma evitaban que el anciano tuviera la potestad de cambiar su última voluntad.
Por medio de tramas, manipulaciones, humillaciones, maltratos ... consiguieron quitármelo todo y, naturalmente, también mi trabajo.
No quisiera dejar impune este hecho. Probablemente no sea la única persona que haya sufrido ACOSO MORAL por este motivo y en estas circunstancias.